En la primera visita, el ortodoncista realizará una valoración previa del estado de las piezas dentales y la boca, en general, hará un examen clínico, un estudio radiográfico y cefalométrico, así como fotografías dentales y faciales, radiografías panorámicas y modelos o ‘moldes’ en yeso de la boca y los dientes del paciente. Con todos estos registros es posible “hacer un diagnóstico esquelético, dental y facial, para una vez detectados, hacer una lista con los problemas y proponer el plan de tratamiento”, explica la doctora Serra-Serrat.
Además, antes de comenzar el tratamiento es conveniente sanear la boca, extraer las piezas en mal estado y realizar un estricto reconocimiento en el que el profesional compruebe que las encías se encuentran en buen estado y no hay riesgo de padecer otros males. A estos reconocimientos físicos, se deben añadir, si así lo requiriese el paciente, atenciones psicológicas, puesto que “no siempre es fácil para un adulto ponerse un aparato, pese a que apenas es doloroso y sólo se sienten pequeñas molestias los tres o cuatro primeros días. Además existen ceras de ortodoncia que colocadas sobre el aparato amortiguan los posibles roces. Con todo, la gente está muy mentalizada, ya que es un tratamiento cuyos efectos son plenamente visibles en unos meses”.
El ortodoncista deberá explicar con claridad el tratamiento que se va a llevar a cabo y detallar los posibles efectos secundarios, limitaciones y resultados que se van a obtener, puesto que, en algunos casos, resulta complicado lograr la oclusión perfecta. Asimismo, el paciente debe tener conocimiento de que una vez finalizado el tratamiento deberá utilizar un aparato de retención que se coloca el mismo día que se quitan los brackets, “no sirve de nada estar dos años con aparato y luego no ponerse un sistema de retención. Los dientes tienden a moverse de forma natural en todas las personas”, explica la doctora Serra-Serrat. Queda en manos del paciente la decisión final de someterse a él o no y su grado de cooperación con el dentista, “un aspecto más importante de lo que se cree, ya que el paciente debe seguir al pie de la letra las instrucciones que marca el profesional y mantener siempre una rigurosa higiene oral, evitar alimentos como caramelos o pipas y acudir a las revisiones periódicas que se estipulan”.
El tratamiento de ortodoncia en los adultos suele ser más largo que en los niños, “su duración se estima entre los dos años y dos años y medio, incluso tres, dependiendo de la intensidad del problema”, asegura el doctor González, ya que las fuerzas que se aplican con los aparatos son más lentas. Además, los cambios que se producen en la musculatura y en la articulación provocan más alteraciones en los adultos que en los niños, quienes tienen una mayor facilidad para adaptarse a ellos.
Puesto que los huesos de los adultos no crecen como los de los niños, en casos concretos puede ser necesaria combinar la ortodoncia con cirugía, incluso si faltan piezas dentales. “Normalmente la ortodoncia en adultos se realiza con el objetivo final de colocar una prótesis. Es necesario, en primer lugar corregir la posición de los dientes, para luego poder colocar el implante”, especifica la doctora Serra-Serrat